martes, 5 de noviembre de 2013

El icono de la Asamblea representa a la Iglesia enviada al mundo






El icono que preside los momentos de oración en la X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias fue realizado por Tatiana Seo Mikyoung, pintora de iconos coreana de la Iglesia Ortodoxa Griega. Según explica este icono el metropolita de Corea Ambrosius del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, representa el acontecimiento de Pentecostés en el que se manifiesta la Iglesia, con los apóstoles sentados en un banco a forma de arco, en esa "habitación de arriba" (Hch 1,13) donde se reunían después de la ascensión del Señor. Pedro y Pablo están en la cabecera, seguidos por los evangelistas y los demás apóstoles. El sitio vacío pertenece a Cristo, cabeza de la Iglesia que, aunque invisible, está siempre presente y nunca la abandona. 

Los apóstoles están sentados entre el cielo y la tierra indicando que son enviados al mundo pero que no son del mundo (Jn 17,14.16), como la Iglesia que debe evitar secularizarse. El mundo está representado por un anciano con corona que vive en las tinieblas. La corona simboliza el poder del pecado y el demonio. El anciano lleva una sabana con diez pergaminos signo del 'ministerio hacia el mundo' que se encomienda a los apóstoles.

Este icono representa las dos dimensiones de la Iglesia, la visible -los apóstoles y el mundo-, y la invisible -la divina-. El hecho de que los apóstoles representados no coincidan con los que estuvieron presentes en el día de Pentecostés según el relato del Libro de los Hechos de los Apóstoles, y que el arco permanezca abierto, es un modo de indicar la catolicidad de al Iglesia que trasciende el tiempo y el espacio.

Al contemplar este icono reconocemos a la Iglesia "una, santa, católica y apostólica", como se afirma en el credo niceno-costantinopolitano aceptado por todas las Iglesias representadas en el CMI, que se extiende de un extremo al otro del orbe y que tiene su inicio en el misterio de Dios y su cumplimiento definitivo en la Jerusalén del cielo. Aún más, podemos vernos a nosotros mismos entre los apóstoles, ya que por el bautismo y la confirmación entramos a formar parte de ella y participamos del acontecimiento de Pentecostés.

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